Os estáis muriendo de envidia y ni siquiera lo sabéis.
No me gusta usar la edad de una autora como parámetro para valorarla, pero joder.
Joder.
Tillie Walden se ha sacado del bolsillo una obra autobiográfica, triste y solitaria, pero al mismo tiempo cálida y bonita. Una autobiografía con tres hilos principales: el desarrollo de la sexualidad y la salida del armario; las exigencias del patinaje sobre hielo a nivel de competición; y la llegada a la madurez gracias a la ayuda del arte.
A nivel gráfico, el cómic es sencillamente maravilloso. El frío azul de la grácil línea de Walden va a juego con las omnipresentes pistas de hielo, y sin embargo transmite una continua sensación de abrazabilidad, de "tranquila, niña, al final crecerás y todo saldrá bien". Los juegos con la luz amarilla y los esquemas de patinaje repartidos a lo largo de la obra son exquisitios.
No es necesario que una persona viva 100 años para dibujar una gran autobiografía. Tillie Walden lo ha hecho con 21 años. Y es tan emotiva y profunda como la que más. Porque el cómo lo cuentas es tan importante como qué cuentas.
Y Tillie Walden lo cuenta de una manera que debe hacer morirse de envidia a los artistas que la leen. Yo no soy artista, y sé que me muero de envidia.
Uno de los cómics del año.