Asquerosamente maravillosa.
Empecemos por lo más obvio: Jill Thompson es puro arte. Estamos ante la narración más bonita que le he visto pintar jamás. Y no hablo de pintura de pose, de impacto, de splash-page, de póster: aquí hay movimiento, hay transición. No se limita a pintar lo bello: pinta lo natural, el escorzo, la mueca.
Este cómic es un cuento autoconclusivo y centrado en una variación en la historia que conocemos de Wonder Woman: ¿y si antes de ser quien era hubiera sido una malcriada, egoista y desagradable joven?
Una preciosidad con moraleja.