One-Star Squadron

Triste como la vida misma.

Esta mini-serie es de las que engañan y pasan desapercibidas, pero es mi tipo de título superheroico favorito: el que usa los superhéroes como excusa para contarte otra cosa, para reflejar y reflexionar sobre el mundo real. Digo que es engañoso porque la elección de personajes de segunda fila (u octava fila en algún caso) y la propuesta de portada puede hacer pensar que estamos ante un comic heredero de la JLI/JLE de Giffen y DeMatteis, y las caras de Steve Lieber nos recuerdan alos descacharrantes villanos de medio pelo de los Enemigos Superiores de Spiderman. Algo hay de todo esto, pero no.

Mark Russell pilota esta nave, y si algo no le da vergüenza a Mark Russell es satirizar abiertamente el capitalismo agresivo y la deshumanización que conlleva. 'One-Star Squadron' tiene humor, sí, pero es humor negro y con poso triste. Es un reflejo de algo que tanto, tantísimo ocurre en nuestro entorno a diario: la búsqueda casi forzosa de la capitalización de todo lo que hacemos, aunque sea por pasión, y cómo los que ya tienen el poder económico vencerán siempre, sea cual sea el escenario y los intentos que hagamos de conseguir hacer las cosas bien y de forma humana. En este caso, lo que se capitaliza es el propio superheroismo de una forma que no me parece nada ridícula ni hiperbólica, y nos muestra cuál es la moral que guía realmente a las grandes empresas y fondos de inversión detrás de la explotación laboral, sea lo que sea lo que gestionen, y como machacan a la gente de a pie en su búsqueda del infinito y siempre creciente beneficio.

Buen uso del protagonismo de un Tornado Rojo que existe como bisagra entre la popularidad y el olvido, un personaje de papel en un huracán; y especialmente doloroso (porque le tengo cariño) pero brillante elección de Power Girl como personaje que camina peligrosamente hacia el infierno de la inhumanidad corporativa y los gurús de la meritocracia.

Eh, os prometo que hay algo de esperanza al final.

Cartoné. 144 páginas. 18,95€