Cartografiando el trauma.
Esta obra es tan dura como sucia y sincera. Visiblemente arraigada en el más puro underground estadounidense (Crumb, Matt, Burns, Bagge), es un trabajo de sinceridad y autoanálisis que no transmite hipérbole ni intención de impactar, si no simplemente entender. Entenderse, en este caso, Glenn Head a sí mismo (que ha necesitado décadas para poder/querer/saber hacer este cómic), y entender el público lector cómo puede afectar el abuso a menores durante resto de una vida de forma insidiosa, tóxica autodestructiva e indetectable, engañando hasta a la propia víctima y a su familia.
La historia (real) de Chartwell Manor y cómo la vivió Head nos trae inevitables ecos del 'Instrumental' de James Rhodes, y me parece fascinante en el sentido de que no es un ejercicio de lástima o búsqueda de absolución ajena, ni una justificación de los excesos autodestructivos del artista en su vida adulta, sino más bien el acto de darse cuenta, ya desde la sesentena y sin tener nada que ocultar ni blanquear, de que puede que todo esté relacionado de formas complejas y confusas. Trauma, desesperantes situaciones familiares en una época en la que no se hablaba del trauma, relación febril y quizá salvadora del arte, y absolución del propio autor a sí mismo mediante la organización de los sentimientos en formato de cómic que va y viene en el tiempo.
Rustica con solapas. 252 páginas. 28,90€