Al galope.
Nueva saga de LOS JOJOS, y una vez más, se nos ofrece una nueva experiencia. El reseteo argumental no ha fallado ni una sola vez: te guste más o menos una saga (a mí me han gustado todas), la sensación de abrir un nuevo juguete siempre reaparece con cada nuevo número 1. Tal vez incluso más en este caso, puesto que se cambian las normas para hacer algo nuevo en lo que, a priori, prima el relato de aventuras (¿con ecos de la película 'Un horizonte muy lejano'?) y se cambian las normas: retrocedemos a la épocas del salvaje oeste americano cuando hasta ahora todas las sagas avanzaban en el tiempo, y (al menos a priori) la saga no está protagonizada por un Jojo. O eso parece. Los stands y los guiños a la saga siguen ahí, por supuesto, y está por ver si se quedarán en eso, guiños, o si Araki irá conectando de alguna manera especial o desviándose más todavía de lo esperable. Una vez más, se me ha hecho corto el tomo. Ah, y qué desastre el cambio de línea gráfico de portada y contraportada, menos mal que al menos Ivrea pudo mantener el diseño del lomo.