Ao no flag #8

Un abrazo y una puñalada.

Agridulce ha sido la sensación final después de terminar este precioso e importante título.

Dulce porque se atreve a llegar, aunque sea de forma tímida, a lugares donde una serie mainstream no se atrevería a llegar en Japón. Porque concede un atisbo de progreso, de representación que no se oculta.

Agrio porque es un final a medias (¿por motivos editoriales?): permite un tímido cierre a unos personajes, a otros les concede un cierre apresurado, y a otros les olvida por completo. En una serie en la que la conversación, la opinión, el diálogo, el intercambio de ideas, etc., eran tan importantes (por no decir que lo eran toso), finalmente se ha cerrado la trama con el monólogo de una voz casi neutra.

Los comentarios finales de KAITO no ayudan, dando a entender que el progreso de las subtramas LGBT del manga eran casi más idea del editor que del autor, y que él no tenía muy claro qué quería hacer. Una impresión final muy desumanizadora para un título tan humano. Algo que no termina de encajar.

Total: que 'Ao no flag' va a dejar una marca importante en la historia del manga por buenos motivos... pero su cierre queda envuelto en la extrañeza y en una conformidad que genera desazón.