Dormir es morir

Pues a ver si me muero, que anoche no pegué ojo.

Gabri Molist firma uno de los pepinos independientes más atractivos y contundentes del pasado año. Lo clínico y lo surrealista se retuercen como zarcillos (en fondo y forma) conforme nos familiarizamos, sesión de terapia a sesión de terapia, con el miedo a dormir de nuestro personaje protagonista.

Un miedo vinculado a la pérdida de consciencia perfectamente comprensible y humano que se intentará confrontar de forma racional desde la psiquiatría mientras el personaje cae por una madriguera de conejo onírica que adquirirá unos tintes abstractos de los que Kandinsky se sentiría orgulloso. Esta caída será cada vez más siniestramente carnavalesca, con reminiscencias del 'Pantera' de Brecht Evens, pero llevando al auto-conocimiento en vez de a la pérdida total de la inocencia (podéis respirar).

Es una auténtica pasada, un circo de rarezas visual, pero con una sorprendente sensatez y método en el acercamiento psicológico a este particular problema. Hay un equilibrio entre lo comprensible y lo extraño. No se trata de un despliegue surrealista que no va más allá de una forma llamativa, sino que realmente llega a un sitio (de forma satisfactoria), y juega visualmente de forma muy espectacular con la difuminación de la realidad en los momentos que pasamos en la antesala del sueño. Se lo recomiendo a la gente que quiera probar propuestas fuera del mainstream pero que tenga miedo de que al final acabe leyendo algo que se limita a ser raro pero que no le cuenta nada.

Leer esto a ultima hora de la noche justo antes de apagar la luz para dormir fue una auténtica gozada.

Rústica. 264 páginas. 20€