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Pues nada, ya no me queda inocencia. Gracias, Kodai.

Hay títulos que engañan con su portada, títulos rastreros y traicioneros que te llevan de la mano por el camino del cuquismo, y cuando te despistas te dan una puñalada en un callejón oscuro.

Os quiero decir: al igual que ocurrió con 'La ciudad al atardecer', Kodai nos vuelve a traer una portada bucólica, lírica y delicada que, si se mira con detenimiento, ya nos avisa de que algo anda mal.

Si con Fumiyo Kouno visitábamos la Hiroshima de posguerra, con Machiko Kyo viajamos a la isla de Okinawa, escenario de una de las batallas más cruentas de la Segunda Guerra Mundial (y cuya vertiente asiática creo que nunca conocemos lo suficiente). ¿Cómo es la vida para un grupo de niñas inocentes de Okinawa durante este periodo? ¿En qué se convierten cuando el aire se torna guerra? Un relato tan delicado como asfixiante. Un paseo por la playa y el campo que se degenera en un sutil descenso a los infiernos, sin olvidar nunca el lirismo ni la esperanza, eso sí.

Tiene una característica que me gusta mucho: ese giro progresivo de inocencia que se torna crueldad despiadada y tormento inesperado para el lector, pero que sin embargo no está narrado de forma soez ni morbosa.

Otro título más que nos vale como lección de historia y como herramienta para la empatía. Demoledor, eso sí. No os digo nada más. Es de los que merece la pena leer sin saber.