Dorohedoro #13-15

No es un manga: es un sentimiento. O un proceso gripal.

Ya me he puesto al día (si a ECC se le va la pinza con la periodicidad, a mí con la lectura; a esto podemos jugar todos) con una de las series más auténticas, diferentes e inclasificables que vas a poder leer en tu vida. La trama "principal" (comillas gigantes) parece comenzar a cerrarse (de una forma curiosa que consiste en complicarse todavía más, para asombro de lectores y personajes, que están igual de perdidos que tú) mientras disfrutamos de más destripamientos cuquis, gente que convierte a otra gente en empanadillas, decapitaciones masivas, cambios de cuerpo, señoras más fuertes que un barril de vinagre, viajes en el tiempo, autodecapitaciones (menciono dos veces el tema de las decapitaciones porque de verdad que hay muchas) y por encima de todo, ya lo sabéis, EL PODER DE LA AMISTAD. Porque esta serie es única en muchos sentidos, pero mi favorito es el siguiente: hasta los enemigos son amigos si la situación es propicia, y no puedes evitar querer un poco a todos los personajes aunque sean seres grotescos que están asesinando a otros personajes que te gustan. O sean una cucaracha gigante.