Mis Heroes Siempre Han Sido Yonquis

Phillibaker strikes back.

A ver. Este tomo se ha llevado Eisner a Mejor Álbum Gráfico. Me sorprende por dos motivos. El primero, que en la lista de nominados estaba el favorito 'Sabrina', bastante más novedoso/especial/ambicioso/impactante. No es que este no se lo merezca, sino que creo que tienen distinta envergadura. Lo que me lleva al segundo motivo: ¿es este álbum de Brubaker y Phillips tan especial? No. Esa es la cosa. En mi opinión no destaca especialmente por encima de ninguna de sus obras anteriores por un sencillo motivo: como he dicho más de una vez, no he leído nada de estos dos que baje del notable alto. En serio. Son uno de los dúos creativos más sólidos del cómic, y el tiempo les reconocerá el mérito de haber creado un universo compartido enorme que han ido haciendo crecer de manera inadvertida.

Porque sí, amiguis, este álbum forma parte del universo de Criminal (podríamos considerarlo el octavo volumen), pero si no te lo dicen (o si no recuerdas especialmente bien el primer arco argumental) este detalle podría pasar desapercibido. Porque lo que tienes entre manos es otro ejemplo más de pseudo-noir autoconclusivo que funciona perfectamente de manera independiente, tan bien como cualquiera de los anteriores.

En este caso la narradora es Ellie, una joven obsesionada con los artistas conocidos por sus adicciones a las drogas, que nos cuenta en primera persona su pasado y su ingreso en una clínica de rehabilitación. Pero como siempre ocurre en las historias de los Phillibaker, todo tiene trampa y nada es tan sencillo. Y siguen siendo los reyes del noir.

Mención especial a la sustitución de la habitual Elizabeth Breitweiser por Jacob Phillips a los colores. Una paleta más luminosa, con mayor presencia pastel y menos ambiciosa, pero que le va igualmente a Phillips como anillo al dedo. Distinto.

Cartoné. 72 páginas. 13€