De donuts y murciélagos.
El principio de la década de los 2000 vio nacer mucha serie no-superheroica aunque enmarcada en mundos superheroicos. En concreto, el thriller policíaco en el que agentes normales y corrientes tenían que lidiar con el súper-crimen y con una tensa relación con los justicieros enmascarados pegó un buen pelotazo gracias a auténticos pepinos, como 'Powers' de Bendis y Oeming, o la potente serie que tenemos entre manos.
Seré breve: Brubaker, Rucka y Lark en el mismo tomo, dando el pistoletszo de salida a una antología de casos interconectados con el departamento de policía de Gotham como telón de fondo, y poniendo ante los focos a personajazos del UDC como Renee Montoya. ¿Qué puede salir mal? Nada. El género policíaco no puede pedir más.