Romanticismo fantástico.
Si ya antes tenía como cuenta pendiente la lectura de las aventuras de Elric de Melniboné en libro (he leído alguna que otra locura de ci-fi de Michael Moorcock, pero nada de su fantasía heroica), cuanto más me adentro en la adaptación ochentera de sus obras de la mano de Roy Thomas, Michael T. Gilbert y George Freeman, más me molesta no haber saldado esa cuenta.
Esto no es sólo espada y brujería con un héroe romántico -a la viñeta me remito- y muy propenso a la meditación trascendental: es una mezcla brutal de elementos comunes de la ci-fi (viajes entre realidades, universos paralelos) con el escenario habitual de la fantasía. Todo ello regado con una estética lisérgica a más no poder. Puro ácido, chatunguers.
El tema recurrente del Campeón Eterno presente a lo largo de la obra de Moorcock, la esencia del pirata -con claros paralelismos entre Elric y el Capitán Harlock-, algo de cuentística tradicional de tintes gaimanianos... Me está haciendo salivar y querer retomar los clásicos del género. Ojalá días de 48 horas.