Precioso y confuso como siempre.
El lirismo, la tensión, la imagen congelada, como de fotografía antigua que anhela recobrar el movimiento de inmediato para dar paso a la tragedia... Son los elementos que Nagabe controla como nadie. Es arte. Una de las aproximaciones más cinematográficas al noveno arte que he visto.
El problema es que su narración textual no está al nivel de su narración gráfica. Sea porque Nagabe no se mueve con tanta comodidad en el diálogo como en el dibujo, sea porque algo se nos ha perdido en la traducción, lo que nos cuenta y lo que nos enseña resulta ser una unión confusa que en un principio me pareció poética, pero ahora me parece sencillamente desequilibrada.