El difícil mañana

La esperanza en tiempos interesantes.

Le tenía muchas ganas a lo nuevo de Eleanor Davis, que me conquistó nada mas ver su preciosa portada. Y mientras tenía el tomo en cuarentena le han dado un premio Ignatz y una nóminación a los premios Harvey. Lo que es la vida.

Es un bonito título repleto de ideas muy profundas pese a la sencillez de su narración (tanto gráfica como textual); es una obra muy asequible pero que a su vez permite que el lector o lectora detecte varios aspectos a desarrollar o en los que encontrar "poso".

¿Cómo se concilia la vida personal con el activismo social? ¿Qué flancos dejamos descubiertos en nuestro entorno inmediato cuando intentamos arreglar un mundo roto? ¿Qué pasamos por alto? ¿Qué es prioritario en tu vida? ¿Formar una familia, tener hijos y conseguir algo de estabilidad, o poner tu granito de arena en un intento de salvar el planeta mientras descuidas lo anterior? El equilibrio entre hacer lo correcto a "escala macro" y a "escala micro" es algo que siempre me ha interesado. Es un juego de malabares muy delicado. Davis nos habla de esto, pero su obra, además de entrar en lo personal, entra en lo social (y de rabiosa actualidad): en cómo la propia sociedad genera barreras legales y destierra a las personas que incomodan, que hacen ruido, que se manifiestan por todas las demás.

Hay dos detalles más que me han gustado especialmente: el primero, que la historia tiene algo de inesperado. De imprevisible y absurdo que es imposible que te veas venir. Y me gusta mucho que me sorprendan. El segundo, que pese al tono general que suelo encontrar en historias de este tipo, en este caso el regusto final es de esperanza. Davis nos recuerda que todo es relativo, y que lo terrible de la vida solo lo es cuando lo miramos directamente. Si fijamos la mirada en algo distinto que tengamos al lado, puede que todo sea repentinamente hermoso en vez de terrible (y que me haga pensar esto es un logro, teniendo en cuenta que lo hace mediante un anhelo que no solo no comparto sino que considero un cliché nocivo, pero visualmente muy efectivo, lo reconozco).